Lightroom cumple 10 años. Tan maravilloso acontecimiento merece que salga de mi pausa momentáneamente, pero no precisamente para celebrarlo, sino para convertirme en un implacable látigo adobita. O casi.
Lightroom cumple 10 años. Tan maravilloso acontecimiento merece que salga de mi pausa momentáneamente, pero no precisamente para celebrarlo, sino para convertirme en un implacable látigo adobita. O casi.