Recordatorio: Este viernes 12 de agosto se acaba la promoción del Image Quality Bundle de Topaz. Más info aquí.
Hace poco publiqué en instagram la foto de una sombra, titulada «Sombra con bolsa«. Me devané las meninges para ponerle título, efectivamente. Podéis ver aquí el resultado de esta pérdida de tiempo:

Inicialmente no iba a escribir ninguna entrada de blog sobre la foto, porque realmente no tiene mucha historia, y además es una chusta (es una cosa muy normalilla). Pero como que mi capacidad para enrollarme con el tema más banal no conoce límites, me atrevo con esto y con mucho más (bueno, o con mucho menos, según se mire), así que he pensado que la foto podía servirme de excusa para desvariar sobre todo tipo de temas y entretenernos un rato (por lo menos yo). Pero antes de empezar, un disclaimer fundamental:
Esta entrada no tiene pretensión de dar lecciones de nada ni tomarse las cosas excesivamente en serio. Tiene la única intención de entretener, compartir opiniones, desparramar un poco y hacer algo de coña con cosas que me pasan por la cabeza. Hay mucho relleno, ocurrencias absurdas e incluso alguna que otra irreverencia que usted podría considerar contraria a los canones de moral y fotografía vigentes hasta extremos intolerables. Por tanto, si no le van los posts de este estilo, simplemente ignore esta entrada y siga con su día, no pasa nada. Pero si lo lee, luego no se queje, o al menos no se queje mucho.
Recursos fotográficos facilones, hoy: las sombras
Antes de entrar en el tema, quiero mencionar que con las fotos de sombras me pasa casi lo mismo que con las fotos de gente por la espalda: pienso que para hacer ese tipo de tomas, la cosa tiene que estar bastante justificada. Es un recurso fácil del que puedes abusar sin darte cuenta, como con las fotos de gatitos y de flores. La primera vez que uno agarra una cámara y se pone a hacer fotos sin saber muy bien por qué, tiene un pase que le dispare a cualquier cosa, ni que sea en pro de la experimentación, el aprendizaje fotográfico y todo eso. Pero pasado un tiempo, hay que ponerse las pilas y dejarse de chorradas, o al menos intentarlo, porque si te despistas, fácilmente acabas haciendo demasiadas fotos de estos estilos.
Antes, con la fotografía química (o analógica, o como le queráis llamar), esto no ocurría tanto, ya que los carretes y el revelado costaban un dinerillo, y casi podías sentir cómo cada presión sobre el disparador te rascaba el bolsillo. Pero hoy en día, con la fotografía digital, la gente ya no respeta nada y le hace fotos a cualquier cosa sin saber ni por qué. Total, sale gratis.
El problema ha alcanzado cotas tan preocupantes que creo que la autoridad competente (o más bien incompetente, en vista de cómo nos desgobiernan) debería crear un cuerpo de inspectores fotográficos que analizasen las redes para asegurarse de que ningún ciudadano abusa de las espaldas y de las sombras (lo de los gatitos y las flores lo dejamos para otro día). Es más, incluso podrían patrullar directamente por las calles para prevenir la comisión de estos abusos fotográficos antes de que ocurran. Una cosa tipo Minority Report, aquella película donde un trío de mamarrachas que vivían tiradas en un jacuzzi con un gorro de ducha pronosticaban crímenes, o algo así. Ni me acuerdo.

Bueno, pues esto vendría a ser lo mismo, pero en tierra firme y adelantándose a las malas fotos. Estos inspectores estarían especialmente entrenados para detectar este tipo de situaciones. Pero, claro, ¿cómo distinguir a quienes todavía están en esa primera fase de experimentación para tener un poco de manga ancha con ellos y no sancionarles?
Fácil – lo tengo todo pensado. Se instauraría la figura del «fotógrafo novato«. Te registrarías en algún organismo público con tu nombre y el número de serie de tu cámara, y previo pago de la tasa, impuesto y precio público correspondiente (solo faltaría), te darían una pegatina verde con la típica «L», como la que llevan los conductores noveles en los coches los primeros 12 meses tras sacarse el carnet de conducir. Que, por cierto, acabo de enterarme de que si llevas la «L» un día más de esos 12 meses, te pueden multar por llevarla sin motivo (o al menos eso dicen aquí). La voracidad recaudatoria de nuestras queridas autoridades no conoce límite.

En este caso, dicha pegatina verde la pondrías en tu cámara o quizá en tu espalda en plan hombre anuncio, para mayor vejación. De este modo, tanto los agentes del orden como los ciudadanos en general sabrían a qué atenerse. Pero tan pronto como pasasen los 12 meses, se acabaría la tolerancia con las fotos random, y serías pasto del listado de sanciones y sus correspondientes multas (porque claro, incluso aunque estos agentes se adelantasen a la infracción, la multa te la llevabas igual, solo faltaría). Eso sí: los infractores las pagarían gustosamente, pues ya sabemos que todo el dinero que ingresa el estado va siempre destinado a fines nobles y de interés común. Por supuesto.
Dicho esto y dejándome de bromas, creo que es más fácil caer en el abuso con las fotos de gente de espaldas que con las fotos de sombras. O sea, a mí me parece que hacer fotos a gente de espaldas suele ser una forma de afotarlos «a traición», y en ese sentido, como ya dije más arriba, creo que pocas fotos de ese tipo están justificadas. En cambio, las fotos de sombras son algo así como un género en sí mismo; no son, normalmente, una estrategia de evitación, pero por contra, se vuelven repetitivas más rápido, pues son todas muy parecidas entre sí. Mirad, si no, unas pocas de las muchas fotos de sombras que pueblan mi galería flickeriana: sombra, sombra, sombra, sombra, sombra…
En este caso, como ahora explicaré, no me acuerdo de las circunstancias de la foto, pero supongo que me pareció interesante el pavimento, cuyas baldosas trazan una forma más o menos circular, y cómo la luz del atardecer incide en él. También me gusta el detalle de que en la imagen final se vea la sombra de la bolsa, pero no la bolsa «real» (bueno, realmente eran dos bolsas – me he dado cuenta ahora mirando la foto original sin recorte).
Así y todo, no os mentiré: como dejé claro al principio, es una foto muy del montón, alejada de los elevadísimos estándares de calidad artística y fotográfica a los que os tengo acostumbrados, por lo menos en mi imaginación. Si te lo propones, sales una tarde y haces 50 fotos como esta.
Cómo ocurrió la foto
Bueno, como ya os anticipaba antes, no me acuerdo. Estoy revisando fotos de hace 2 años, y si ya me cuesta acordarme de qué hice esta mañana, imaginaos en casos como este. De hecho, aunque la foto la edité hace poco, me ha sorprendido ir al raw del que partí, resetear los ajustes, y ver que la foto original era así, porque ni de esto me acordaba:

Así, a primer golpe de vista, parece un truñazo de foto, y posiblemente lo sea. Pero para el ojo experto (yo), esto podría ser la materia prima de una foto semidecente.
Detectaréis al menos dos cosas:
- Una, la presencia de la cruz verde de la farmacia. Ya masacré anteriormente a este pobre rótulo casi radiactivo en otra foto de la que hablé aquí, The Aquaman. Por tanto, estaba en la misma zona.
- La otra cosa, y esta sí que la notaréis todos si comparáis la original con la final, es que aquí he aplicado un generoso recorte. Con lo cual, por cierto, la mencionada crucecita verde fosforito se ha ido otra vez a tomar por saco. Es admirable su empeño por colarse en mis obras maestras, pero más prodigioso es, si cabe, mi talento para impedirlo. Se siente, crucecita. Sigue intentándolo.
Basándome en estos hechos, imagino que yo quería afotar la sombra, pero al ir como de costumbre con la Ricoh GR III, que tiene una óptica fija equivalente a 28mm, no podía hacer zoom y esto sería lo mejor que pude sacar.
Sobre el tema del zoom en fotos así
Ya puestos a pegaros la chapa padre, quería hacer aquí una reflexión sobre el asunto: en mi caso, a fecha de hoy, no tengo cámara de objetivos intercambiables (tipo réflex/mirrorless), solo esta Ricoh GR III, y otras dos compactas que sí que tienen zoom, pero electrónico. No sintáis pena por mí, por favor. Tratadme como si fuera una persona normal, aunque todos sepamos que no lo soy.
Explico esto porque, aunque a veces sí que llevo alguna cámara con zoom (electrónico), si se trata de una foto que hay que hacer rápidamente, antes de que pase «el momento» o se cruce alguien en medio, tampoco es que ese tipo de zoom me sirva de gran cosa. Como sabréis, con el zoom electrónico le das a una palanquita en el cuerpo de la cámara y, a partir de ahí, se va aumentando (o reduciendo) la distancia focal del objetivo a la velocidad del caballo del malo, ya que el movimiento de los elementos ópticos depende de un motorcillo que no es que tenga mucha fuerza (en mi caso, son cámaras compactas, pero de sensor de 1″, con lo que la óptica también es algo más grande y pesada).
Ojo: no confundáis esto del zoom electrónico con el zoom digital, que es otra cosa que no tiene nada que ver. El zoom digital consiste simplemente en ampliar los píxeles originales para fingir un zoom real, y debería estar prohibido por ley. De hecho ni es zoom, ni es nada: simplemente es una treta más que emplean los astutos fabricantes para metérsela doblada y con tirabuzón a los compradores tecnológicamente impedidos. Te ponen una pegatina de «zoom digital x10» en la cámara o lo que sea, y algún que otro infeliz muerde el anzuelo.
Es cierto que con las modernas técnicas de inteligencia artificial y el uso de software cuasimilagroso tipo Topaz Gigapixel, es posible realizar amplicaciones muy resultonas, pero aquí no hablamos de eso sino de la ampliación cutre de toda la vida. Tampoco es raro que los fabricantes le pongan nombres pomposos tipo «Ultrazoom Hyper-Detail«, «Megasonic Silent Zoom High-Quality«, «Pixel Maxi-Patabajing x10» y engañabobos por el estilo.
El uso de zoom digital es señal de una precariedad fotográfica extrema – espero no verme nunca abocado a esa clase de miseria tecnológica, porque entonces sí que ya sería mi fin definitivo.
Bueno, lo que decía: esto del zoom electrónico resulta inviable para fotos que requieran agilidad en el encuadre, porque para cuando el objetivo ha alcanzado la distancia focal deseada, los sujetos de tu foto ya están en su casa cenando con su familia, o con la familia de desconocidos, ya que por la calle me encuentro todo tipo de gente desequilibrada capaz de cualquier cosa, si bien ese no es ahora el tema. La cuestión es que tarda demasiado.
Cuando tenía cámara réflex de objetivos intercambiables, esto no me pasaba porque una de sus ventajas es que el anillo de zoom de las ópticas es mecánico, o sea, no es una palanquita que da una orden a la cámara, sino que realmente tú agarras el anillo, lo giras en plan llave de aikido, como Steven Segal en las películas repartiendo leña, y ¡pam! haces zoom a tal velocidad que saltan chispas del barril de la lente. Vamos, que como te pases, igual lo revientas y te sale medio objetivo disparado en plan misil. Claro, has de atinar con la cantidad de giro, pero con un poco de práctica, el zoom requiere apenas una fracción de segundo.

Cabe señalar, no obstante, que hay quien dice que hacer zoom (mecánico) tan rápido con un objetivo no es bueno: al hacer un gesto tan violento, se genera poco menos que una ciclogénesis explosiva en su interior. Un tornado que succiona aire del exterior, quizá incluso de los pulmones de gente que está cerca y que puede llegan a padecer leves síntomas de asfixia como consecuencia. Estos expertos (los típicos cuñados que residen en foros de Internet y sitios así) dicen que es más probable que te entre polvo en el objetivo si vas por ahí haciendo el imbécil con la óptica, usándola como si fuera poco menos que un fuelle. Ignoro la veracidad de esta afirmación – sí reconozco que tiene algo de sentido, aunque a mí me parece que hagas lo que hagas, el polvo acaba entrando en todas partes. Yo creo que el polvo supera hasta la famosa barrera hematoencefálica: es prodigiosa su capacidad para entrar en todas partes.
Pensar con los pies
Hablando de cuñados y frases lapidarias, no puedo terminar este apartado sin hacer mención al mítico y risible concepto de «hacer zoom con los pies«. Afortunadamente, ya hace años que no escucho o leo esta sandez, pero allá por 2010, esta ocurrencia hizo fortuna y la gente no perdía ocasión para calzarla en cualquier hilo de los foros.
No: no se trata de coger la cámara con los pinreles, como sugiere la interpretación literal de esa expresión , si no de moverte físicamente (supuestamente con los pies – se ve que si te mueves con patinete ya no vale) para situarte más cerca o más lejos y -presuntamente- conseguir así el nivel de zoom deseado.
Si se propone esta solución como mal menor, tiene un pase: a falta de otra óptica o un objetivo zoom, te acercas o te alejas en plan «apaño». Vale, admitimos pulpo como animal de compañía y todo eso.
Pero es que algunos de esos espabilaos que viven en foros 24/7 dispensando su sabiduría consideran que un afotador auténtico solo dispara con ópticas fijas y siempre hace zoom «con los pies«. Yo creo que esta gente lo que hace, más bien, es pensar con los pies, por varios motivos. El principal es que si te mueves, cambia la perspectiva, con lo cual moverse no es equivalente a hacer zoom o poner un objetivo de una focal diferente. Pero luego hay otros factores que se dan a menudo, como el no poder acercarte o alejarte de lo que quieres fotografiar, normalmente por barreras físicas que te lo impiden. Esto me trae a la memoria otra parida clásica de los foros: la de los «dos pasitos patrás«, pero no os la cuento o no acabamos.
Aclaro, pese a todo, que sí que me gustan las ópticas fijas (de hecho, como ya he mencionado, a menudo voy con un 28mm fijo). Y por supuesto que hay que irse moviendo y buscando el mejor ángulo y composición de una escena, pero siendo consciente de que eso no equivale a variar la distancia focal.
Hecha esta aclaración, que como pronto veréis me exonera técnicamente de haber encuadrado mejor, podemos continuar con la ciber-paliza.
Encuadres imperfectos
Bien, volviendo al relato principal, la cosa es que no podía hacer zoom, pues esta cámara solo tiene la mencionada óptica fija de 28mm. Pero me imagino que me llamó la atención la sombra, e hice la foto como pude. Así y todo, tal vez debería haber encuadrado más abajo, para incluir más sombra, pero en fin, así salió la cosa.
La verdad es que no me gusta tener que recortar mucho al editar la foto. Primero, por lo más evidente: a más recorte, menos píxeles te quedan y al final estás perdiendo calidad. Pero también me fastidia por motivos un poco más psicológicos y casi diría que hasta algo maniáticos: si recorto más de lo normal, acabo teniendo la sensación de que he ido por ahí haciendo fotos a lo loco, y que luego en la comodidad del hogar, extraigo los mini-recortes más interesantes de cada toma. Bueno, esto tampoco debería ser un gran problema si al final el resultado es el deseado – de hecho, estoy recortando algo que ya me llamó la atención al hacer la foto. Aquí, purismos los justos, ¡eh!
Pero alguna vez (pocas, pero alguna) me ha ocurrido que, al revisar la foto en el ordenador, he visto que un recorte algo agresivo me daba una composición interesante en la que no había reparado en el momento de la toma. En un caso extremo que prácticamente me hizo sentir sucio, llegué a hacer algo francamente aberrante: de una misma foto saqué dos recortes distintos y, por tanto, dos fotos diferentes (y, por cierto, a cuál peor – ni os las pongo porque, suponiendo que consiguiera encontrarlas, moriría de la vergüenza). Un incesto fotográfico, vamos – si hay Dios ahí arriba, sé que llegará el día en que seré juzgado y pagaré por ello. Sí, lo tengo asumido.
Bueno, que me enrollo: el caso es que al ver esta foto 2 años después, he intuido que yo quería hacer la foto de la sombra, y he recortado en consecuencia, con este resultado:

Alternativamente, quizá la cosa habría admitido un recorte vertical o cuadrado, pero en fin, como creo que ya dije en mis paranoias de la foto anterior, esto de encuadrar o recortar de una forma u otra es muy relativo – puede que un recorte sea el que más te convence, pero seguramente haya otros recortes que tampoco queden mal.
El procesado
Realmente no hay mucho que contar, pero seguro que me lo monto para hincharos un poco más la cabeza.
Lo más destacable es que cloné una pequeña sombra secundaria por el lado izquierdo, y otra mini sombra que se colaba entre las piernas del personaje, así como las típicas manchas, colillas y algún que otro desperdicio del suelo, pero bueno, nada muy llamativo.
De todos modos, aunque sea lo de menos, sí destacaría el clonado de esa parte de sombra entre las piernas, porque creo que así la figura queda un poco más limpia y el juego entre persona y sombra es más limpio. Para ser sincero, no me maté mucho, podía haber quedado mejor, pero bueno, no es una foto de grandes detalles sino más bien de luces, sombras y volúmenes casi planos. O por lo menos eso quiero haceros creer. Pongo el antes/después para que captéis esta sutil pero importante diferencia:


Como toque final, acentúe la calidez de la imagen, que fue captada al atardecer pero salió un poco más «neutra» de lo deseado. Para ello creo que solo usé el control de temperatura del balance de blancos. ¡Ah! Y un leve pero saludable viñeteo que encajaba bien porque, de hecho, tras el recorte la foto ya estaba medio viñeteada por la parte derecha, por sombras ya presentes en la imagen. Pongo un antes/después del color y el viñeteo, pero vamos, tampoco hay mucho que ver:


Es una foto con poca edición, porque al fin y al cabo, ¿qué vas a hacer con una foto de una sombra? Salvo que te dé por ponerle unicornios, un río pasando por ahí y el trineo de Papa Noel asomando de refilón, no hay mucho que hacer.
Conclusión
Ya he dicho muchas veces que cuando pongo un apartado de «conclusión» no quiere decir necesariamente que vaya a extraer ningún tipo de reflexión final ni nada por el estilo. Solo es una forma de cerrar el tema, y más en este caso, en el que realmente no hay mucho que añadir.
Por tanto, para terminar, y a modo de resumen, hemos descubierto que:
- Llevo un gran retraso en la revisión de mis fotos, lo cual me convierte en un gandulazo
- Arrastro un complejo de culpa con el tema de las fotos de espaldas y sombras – quizá sería necesaria la intervención de un profesional del psicoanálisis
- Carlos 2 – Crucecita verde de la farmacia 0
- Soy un auténtico desaprensivo capaz de recortar las fotos hasta donde haga falta, habiendo perpetrado auténticos recortes contra natura en el pasado. Nada hace pensar que esté mínimamente rehabilitado. Arderé en el infierno.
- Hacer zoom con los pies es una expresión muy graciosa, pero cuidado con ella
Eso es todo. Espero que esta sarta de tontás le sirva a alguien para olvidarse un rato de cosas más serias. Gracias por su atención y hasta otra.
Comments
Carlos, a mi me llegó bien el primer mail, también el segundo.
Hola, gracias por la confirmación. Pues qué raro, a mí (que estoy suscrito para comprobar que todo va bien) no me llegó, y pensé que fallaba algo. Un saludo.
Yo la he recibido normalmente. Al igual que tu aviso posterior.
Un saludo (caluroso por cierto)
Hola Salvador, gracias por la confirmación. Como le comentaba al otro comentarista, pensé que no habían llegado las notificaciones. Un saludo, caluroso también.
Hola Carlos: La verdad es que la historia es estupenda. Casi te diría que prefiero el texto que la foto . Escribes con ironía inglesa, una virtud que no todos los que describen o explican tienen. Pero llegando a la conclusión que como dices es una forma de llegar al final , me ha gustado mucho la foto y mucho más el resultado final. Sigue dándole a la pluma ( teclado) que a parte del contenido técnico, nos quedamos con el contenido emocional que es parte importante de la psique y de la vida. Agradecido de antemano. Un saludo
Fernando, mil gracias por tu apoyo, especialmente en casos como este. Un abrazo.
Gracias Carlso por la entretenida historia de esa foto.
Me llegaron ambis emails, pero el link a esa entrada no funcionaba, fuí directamente al blog para ver la entrada.
Un abrazo y saludo.
Gracias germán por tu comentario, y por la confirmación de que llegaron los emails (a mí solo me llegó el segundo). Efectivamente, borré la otra entrada que era más de prueba que otra cosa, me alegro de que lograses localizar esta (la «auténtica» por así decirlo).
Un abrazo.
Me ha encantado el texto, Carlos, gracias por compartirlo y hacernos pasar un buen rato.
Por cierto, la foto preciosa. Cuidada, como todas las tuyas, con esos suelos impolutos y con un procesado muy bonito que sirve de inspiración. De corriente nada.
Para tus estadísticas, yo también he recibido los dos mensajes.
Un saludo y hasta pronto 😊
SilviaZ: Gracias mil por tus siempre amables palabras, y por confirmar que te llegó. Por lo visto, le llegó a todo el mundo el aviso de mi propia entrada, menos a mí. Hasta mi blog me discrimina, no se puede ser ya más desgraciado! Gracias de nuevo y saludos.
Me llegó correctamente, a ver si es que se lo has enviado a tu Sombra.
Un Saludo
Antonio: Gracias por la confirmación. Va a ser que estoy en mi propia lista negra, sin saberlo… Un saludo.
Buenos días y gracias, he pasado cinco minutos de lectura muy agradables. Un saludo
Hola Francisco, me alegro, muchas gracias por hacérmelo saber. Un saludo.
Buenos días. el correo correspondiente a esta entrada llegó bien. El segundo, también (jejeje)
Muchas gracias por la confirmación, Carlos. Parece confirmado, por los comentarios, que aquí al único primo a quien no le llegó, es a mí mismo, jejeje. Un saludo.
Hola Carlos.
Ahora te leo.
Ameno como siempre y a la vez, aunque te cueste creerlo, siempre enseñándonos algo. Se agradece este rato.
Un abrazo
Hola, Salvador, gracias por tu comentario! He visto que estaba repe el comentario, así que he quitado el otro, espero haber hecho bien. Un saludo 😊
Hola Carlos: muy buena tú historia, y nos sirve para aprender palabras, que no son muy comunes de escuchar, al menos por estos lados.
Te diría que no avives a nuestros beneméritos gobernantes, con la idea de cobrar impuestos, por fotos mal sacadas. Cualquier justificación les vale para sacarnos, lo que no les corresponde, y con gusto van a utilizar tú idea.
Muchas gracias por tú relato.
Un abrazo.
Hola, Eduardo: Muchas gracias por leer esta historieta, y por tu amable comentario. Desde luego, nuestros amados gobernantes ya son auténticos expertos cuando se trata de extraernos el dinero, mejor no darles ideas. Un abrazo.
Las reflexiones sobre Teoría Fotográfica siempre son, en mayor o menor grado, interesantes en la medida en que el mundo que observamos también lo es. Pero lo que más interesante me resulta en tu caso, es que, hables de lo que hables, tu forma verbal de expresar ideas y de transmitir estados de ánimo es escritura en estado puro. Que en ausencia de sonido y de imagen, al leerte parezca que te estoy viendo, oyendo y sobre todo, percibiendo el sentido emocional y los mensajes subyacentes que acompañan a lo que escribes, me parece un ejemplo de excelencia literaria. En estos tiempos de decadencia de la palabra y la argumentación, encontrarse con tus textos y tu modo de hablar, me hace albergar esperanzas de un mundo mejor.
Y perdona por mi pedantería, pero es que me he esforzado al límite para poder decirte de modo breve que da gusto tropezarse con tus palabras. Ojalá sigas así.
Un abrazo.
Hola Guillermo: Jolín, mil gracias por tu comentario. Me parece que lo que has escrito tú en este comentario es bastante mejor que todo lo que he escrito yo (en la entrada), je, je. Pero bueno, por esta vez, me lo creeré un poco – hoy me viene bien porque justo me he topado con el típico ingrato (en un comentario de youtube) que no aprecia lo que hago, y quieras que no, toca un poco la moral.
Afortunadamente, esas pequeñas heridas se cierran rápido con el aprecio, e incluso el afecto, que transmiten palabras como las tuyas. De nuevo, muchas gracias. Un abrazo.
P. D.: Como anécdota: el presunto ingrato se ha disculpado. Al final, es buena persona y todo. Hoy es un día grande.