Vivian Maier: maestra de la fotografía callejera a título póstumo

In General by Carlos A. Oliveras13 Comments

Es muy posible que muchos de vosotros ya conozcáis la historia que voy a contar, pues ha tenido bastante difusión en Internet los últimos años, pero hace poco topé de nuevo con este asunto: la actividad de Vivian Maier como fotógrafa callejera de la década de los 50 y los 60 del siglo XX, en las ciudades de Chicago y Nueva York, y el curioso e inesperado descubrimiento de su obra. Esta vez me he sumergido un poco más en la historia, y he pensado que sería un tema interesante para una entrada del blog.

Autorretrato de Vivian Maier

Autorretrato de Vivian Maier

Debo decir antes de nada que en general no soy muy aficionado a hablar de fotógrafos del año del catapún, más que nada porque creo que hay mucho postureo al respecto, es decir, tendencia a maravillarse sistemáticamente ante cualquier foto que se haya tomado con película y sea obra de alguno de los «grandes maestros» (título otorgado por el establishment artístico y apuntalado por una legión de esnobs). No soporto los dogmas en casi nada y la fotografía no es una excepción. Ahora bien, eso tampoco debe ser óbice para reconocer el talento en cualquier época, y sobre todo, apreciar el impagable valor de las imágenes captadas en tiempos a los que no es posible regresar.

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Desde ese punto de vista, creo que la fotografía de Vivian Maier es indudablemente meritoria en ambos aspectos (valor estético y documental): podéis comprobarlo visitando los distintos portfolios de su página web oficial. Pero creo que la historia que envuelve el hallazgo de esta obra y la vida de Maier es tan llamativa como sus fotografías, y merece ser contada.

La historia es tan atípica que no comienza en el siglo XX (cuando se tomaron todas estas fotos), sino en el XXI, concretamente en 2007, cuando John Maloof  -un joven coleccionista que buscaba fotos de Chicago para un libro que estaba escribiendo sobre la ciudad- compró unas cajas de negativos en una subasta de trasteros (el contenido de estos se pone a la venta si los titulares del amacenaje dejan de pagar las cuotas). Maloof se hizo con cajas que contenían más de 100.000 negativos de formato medio (además de 2.700 rollos sin revelar, algunos rollos de película, cintas de cassette y otras posesiones) que habían pertenecido a una tal «Vivian Maier». A la vista de tan ingente producción, supuso que se trataba de una periodista o fotógrafa, pero en aquel momento no consiguió encontrar información alguna sobre ella en Internet. Tras echar un vistazo a los negativos, consideró que las fotos no le servían para el libro, pero le parecieron interesantes y las guardó. Un par de años después, en 2009, volvió a revisar todo este material: escaneó unos 200 negativos, puso las fotos en un blog, y publicó el enlace en un grupo de flickr.

John Maloof inspeccionando unos negativos.

John Maloof inspeccionando unos negativos

La respuesta de aficionados y expertos no se hizo esperar, y fue entusiasta. Espoleado por este éxito, John Maloof buscó de nuevo información sobre ella, y esta vez sí encontró algo: su esquela, publicada aquel mismo año. Los datos de esta necrológica no le llevaron a ninguna parte, pero avivaron aún más su curiosidad. Con las direcciones y teléfonos de documentos que encontró en las cajas, acabó localizando a personas que le revelaron que Maier no había sido fotógrafa, sino… ¡niñera! «¿Qué hacía una niñera tomando tal cantidad de fotos a mediados del siglo XX?«, se preguntó Maloof, dudando de aquel primer hallazgo.

Muchas de las imágenes no parecían encajar del todo en el entorno de trabajo de una niñera.

Muchas de las imágenes no parecían encajar del todo en el entorno de trabajo de una niñera, como esta, tomada en nochebuena de 1953 en Nueva York

Pero así era: efectivamente, Maier había pasado la mayor parte de su vida trabajando como empleada del hogar, a cargo de niños o personas mayores, o realizando tareas domésticas para las familias que la contrataban. Nunca ganó un céntimo con sus fotografías, ni expuso – de hecho, ni siquiera se sabe qué clase de formación fotográfica tuvo. Cuando Maloof localizó a quienes la trataron en vida o contrataron sus servicios, obtuvo un relato inesperado acerca de su personalidad y su afición – sabían que iba siempre con su Rolleiflex colgada del cuello, y que hacía fotos de cualquier cosa, pero no solía mostrar sus resultados a nadie (de hecho, apenas hizo copias en papel). La consideraban una persona un tanto excéntrica, muy celosa de su privacidad y con tendencia a acumular de forma obsesiva todo tipo de objetos de recuerdo, recortes, cartas y pilas y más pilas de periódicos.

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Aunque Vivian pasó su infancia en algunos pueblos de Francia (Saint Julien y Saint Bonnet – su madre era francesa), nació en Nueva York. El padre abandonó la familia cuando ella tenía 4 años, y aunque se tiene conocimiento de un hermano mayor y una tía, no parece que tuviera contacto alguno con ellos. Vivian no se casó ni tuvo hijos, y se caracterizó por una vida solitaria; de hecho, en 1959, dejó temporalmente su trabajo durante 8 meses para viajar por diferentes zonas de Asia, África y Sudamérica únicamente acompañada de su cámara, con la que tomó miles de fotos de los lugares en los que estuvo y las gentes que encontró.

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27 de junio de 1959 en algún lugar de Asia

La fotografía de Vivian Maier (o al menos la parte de su obra que más atención ha generado) es eminentemente callejera y humana, en blanco y negro y formato cuadrado. Empleó varias cámaras, pero principalmente, modelos Rolleiflex de formato medio – en este tipo de cámaras el visor se encuentra en la parte superior, lo cual permite disparar desde la cintura de forma más discreta, cosa que pudo suponerle una ventaja.

Nueva York, mayo de 1953

Nueva York, mayo de 1953

Algunos de los que han escrito sobre Maier la han comparado con una Mary Poppins de la vida real – una especie de niñera adorablemente «peculiar«. Pero quizá la realidad distase bastante de este concepto idealizado: algunos de los niños que cuidó en su día, hoy adultos, relatan historias variopintas que hablan de un «lado oscuro» y apuntan a algún tipo de trastorno mental que posiblemente se agudizara con los años. Por lo visto, algunas de las familias que la contrataron terminaron prescindiendo de sus servicios a raíz de sus manías y su extraño carácter, aunque, por otro lado, tampoco sería tan bruja: en sus últimos años, los hermanos Gensburg (de los que Maier había sido niñera en su día) se ocuparon de pagarle un apartamento cuando fue desahuciada de su anterior domicilio. Para aquel entonces, ya tenía costumbre de guardar sus pertenencias en un trastero al no poder llevarlas todas consigo.

Septiembre de 1959, Nueva York.

Nueva York, septiembre de 1959

En noviembre de 2008, Vivian tuvo una caída en la calle (parece ser que patinó con una capa de hielo) y se golpeó la cabeza: una ambulancia la llevó al hospital, donde permaneció hasta ser trasladada a una residencia de ancianos en enero, de nuevo gracias a los hermanos Gensburg. Se esperaba que tuviera una recuperación completa, pero su salud ya no remontó. Cuatro meses después, en abril de 2009 y con 83 años cumplidos, Vivian Maier moría en la pobreza, sin familia conocida ni amigos cercanos, con sus preciados negativos y otras posesiones subastadas a extraños, y por supuesto, siendo una total desconocida para el mundo de la fotografía. Irónicamente, justo entonces John Maloof había empezado a hacerla famosa: poco después encontraría su esquela en Internet y comenzaría toda la historia que nos ha llevado hasta aquí.

Maier empleó diversas cámaras a lo largo de su vida, pero principalmente modelos Rolleiflex.

Maier empleó diversas cámaras a lo largo de su vida, pero principalmente modelos Rolleiflex.

Tras semejante relato, se nos plantean diversas incógnitas, pero quizá lo que más extrañeza nos cause sea el hecho de que -hasta donde se sabe-, Vivian no hiciera apenas copias en papel ni compartiese con nadie esta afición. ¿Qué sentido tiene hacer tantísimas fotos y molestarse en revelar la película, si no vas a positivarla? De hecho, muchos rollos ni siquiera llegaron a ser revelados.

Quizá esta pregunta no tenga una respuesta clara, pero sí tenemos algunas pistas con las que especular: Maloof encontró entre sus pertenencias una carta dirigida al encargado de un local fotográfico en Francia. No tengo claro si esta carta llegó a enviarse o no, pero en ella hablaba de sus preferencias sobre papel y acabado, y consideraba la posibilidad de enviarle sus negativos para obtener copias (según algunos, planeaba vender postales). Además, en dicha carta, mencionaba que tenía «un montón de buenas fotos«. Por tanto, parece que Maier se sabía buena fotógrafa, y sí que planeaba hacer copias en papel. Pero nunca llegó a hacerlo; quizá su sueldo de niñera no daba para tanto (bastante gasto debió de suponerle la adquisición de las cámaras, el material de revelado, los viajes y los cientos y cientos de rollos de película). O tal vez fuera postergando esta tarea por falta de tiempo, pues seleccionar sus mejores negativos le habría consumido muchas horas. Puede que por el momento prefieriese dedicar sus ratos libres a hacer más fotos o revelar carretes (si bien a partir de cierto punto empezó a recurrir al revelado comercial), y a seguir acaparando cartas, recibos y periódicos, o a hacer otras cosas. Y que cuando quisiera darse cuenta, ya se viera anciana y en una situación económica demasiado precaria.

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A todo esto, apenas hemos hablado de la calidad de las fotografías en sí, aunque ya habréis podido ver las que he ido intercalando. Me remito a lo que dije al principio: no me dejo seducir por los «grandes maestros», es más, confieso que a la que me sacan una foto analógica en blanco y negro, ya me pongo a la defensiva porque intuyo que planean venderme la moto de que una toma mediocre, desenfocada y con ruido, es una genialidad.

Por eso pensé que con la excusa de «el extraño caso de la niñera fotógrafa«, nos la querían colar como de costumbre. Pero en cuanto vi las fotos, se me olvidó todo esto y bajé la guardia: quería ver otra, y otra, y otra. Temía que a la cuarta o quinta foto, la cosa pegase un  bajón y se quedase, una vez más, en algo del montón. Pero no fue así: realmente quedé cautivado por las imágenes, que mantenían un nivel de calidad consistente. Además, me llamó la atención su nivel de detalle y calidad; seguramente el hecho de estar tomadas en formato medio ayudase a registrar una mayor definición. También parece evidente que Vivian Maier manejaba la cámara con la soltura técnica necesaria para sacarle todo su partido.

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Es verdad que si volviésemos a los años 50 y 60, daríamos con personajes pintorescos y escenarios que, desde la mirada actual, seducen por su mezcla de crudeza, historia y carácter genuino. Y también es cierto que estamos viendo una selección de fotos entre decenas de miles. Pero creo que Maier realmente tenía un don para dar con estos personajes y sacarles unos retratos que transmiten muchas sensaciones: «hace que te importen«, como leí hace poco. En escenas más generales o inanimadas su talento brilla por igual y su mirada nos descubre un reflejo, un paralelismo, elementos que enmarcan algo, repeticiones, sombras… Hablando de sombras, por cierto, en bastantes casos las empleó para autorretratarse o sugerir su presencia en la fotografía (casualmente, hace poco hablé de este uso de la sombra).

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Como ya mencioné antes, la mayoría de sus fotografías emplean el formato cuadrado (con la Rolleiflex no tenía otra opción). En mi opinión, esta proporción es un arma de doble filo para componer: si bien algunas fotografías funcionan muy bien en 1:1 (aporta equilibrio, facilita la simetría y hace más coherente una serie de fotos), en el resto de casos sus ventajas se convierten en limitaciones, si bien Maier nos da toda una lección de composición adaptada a esta relación de aspecto. Muchos menos limitante resulta el blanco y negro: evidentemente, también puede haber escenas que pidan color, pero la obra de Maier, plasmada sobre película Tri-X de Kodak, conecta con nuestro sentido visual con tanta potencia que cuesta pensar que el color pudiera añadir algo a su mensaje fotográfico (si bien en los años 70 y 80 también disparó en color).

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Agosto de 1975: un ejemplo de la fotografía de Maier con película de color.

Pese a todo, el nombre de Vivian Maier podría no tener asegurado su lugar en la historia: aunque su obra ya se ha expuesto en diversos lugares del mundo y ha ganado gran popularidad en poco tiempo, Maloof explica en su documental Finding Vivian Maier que el mundo del arte «institucional» mantiene ciertas reservas a la hora de apoyar y exponer las fotografías de su colección, dado que la selección de estas y las copias en papel han sido realizadas por un tercero (Maloof) sin conexión directa con la autora original. Esta reticencia tiene cierto sentido, pues Maloof está interpretando la voluntad original de Maier: ¿qué fotos habría querido exponer? ¿Qué series habría compuesto con ellas? ¿Habría dado su visto bueno a estas copias, o las habría positivado de otro modo? Son reparos comprensibles, pero con Maier fallecida y sin una idea concreta de cuáles habrían sido sus preferencias, es un escenario inevitable y en todo caso, un mal menor si se compara con la posibilidad de que su trabajo nunca hubiera visto la luz. Además, el propio Maloof argumenta que hay precedentes similares en los que el criterio aplicado ha sido mucho más permisivo.

Algunas de las cajas que Maloof adquirió en la subasta, y que contenían negativos, rollos sin revelar, ropa, sombreros, baratijas, documentos... (Clic para ampliar)

Algunas de las cajas que Maloof adquirió en la subasta, y que contenían negativos, rollos sin revelar, ropa, sombreros, baratijas, documentos… (Clic para ampliar)

Sin embargo, desde hace cosa de un año, Maloof tiene un quebradero de cabeza mayor: resulta que un abogado llamado David C. Deal afirma haber localizado a un heredero legítimo de Maier en un pueblo de los Alpes franceses. Esto ya es un asunto distinto que no sé muy bien en qué estado se encuentra a fecha de hoy, aunque quien quiera, puede leer este artículo (en inglés). Paralelamente, parece ser que Jeffrey Goldstein, que compró una parte de los negativos, también tuvo algún tipo de disputa legal, según relata en su web, lo cual finalmente le llevó a deshacerse de todo lo relacionado con la obra de Maier vendiéndoselo a un coleccionista de Toronto. Como digo, desconozco los detalles, pero hago mención de ello dado que según cómo evolucione el tema, podría frenar la difusión de la obra de Maier (esperemos que no).

Para terminar, me consta que se han editado algunos libros con sus fotografías – yo personalmente no he visto ninguno, pero aquí os pongo unos enlaces por si queréis echarles un ojo a las opiniones (son enlaces patrocinados de Amazon, si alguien compra algo, es posible que me premien con algún que otro céntimo).

Aparte, para quien esté interesado en los detalles de toda esta historia, también está a la venta en DVD el documental «Finding Vivian Maier» (En busca de Vivian Maier), que incluye el testimonio directo de John Maloof así como entrevistas con quienes la conocieron o contrataron. No creo que el DVD esté traducido, pero quizá incluya subtítulos o al menos se puedan localizar (los subtítulos) por Internet.

Pedro Ruiz me informa en los comentarios de que también tenemos disponible (en YouTube y DailyMotion) el documental de la BBC «¿Quién hizo las fotos de la niñera?«, en 3 partes: parte 1, parte 2 y parte 3 (Maloof renunció a participar en este documental, dado que estaba preparando el suyo).

Pero el enlace por excelencia con el que quiero terminar es este: vivianmaier.com – en esa página (que ya enlacé al principio) encontraréis varias galerías con sus fotos y todo tipo de información. ¡No dejéis de visitarla si las fotos que he puesto aquí os han gustado!

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Comments

  1. En primer lugar decir que no soy un gran aficionado al blanco y negro, entiendo que da más fuerza a las imágenes pero se aparta totalmente de la realidad ( la vida siempre tiene color) en segundo lugar como no soy un profesional puedo decir tonterías y lo de maravilloso en algunos casos quizás en otros yo creo que no y en tercer lugar llamar maestro a alguien que no ha enseñado siquiera sus fotos me parece absurdo, parece que la palabra maestro lleva consigo el término enseñanza.
    Salud2

  2. Buen artículo Carlos, haciendo acopio de la insólita historia de esta excelente fotógrafa. Yo la llevo siguiendo un tiempo incluso he visto ya alguna exposición (creo que aun hay ahora mismo una en Madrid) y tengo que confesar que me tiene encandilao

  3. Esta historia me suena, no sé si me la contarías tú hace tiempo o si lo encontré por Internet, pero en todo caso, a mí también me han gustado las fotos, tienen algo como que te atrapa el corazón. Me miraré más en los enlaces que has puesto, gracias por la info 😀

  4. Hace un mes, más o menos, me dejaron una copia del documental y sinceramente, me daba un poco de pereza ponerme con él. Ahora, gracias a esta magnífica entrada de la que nos haces partícipes a traves de tu blog, la pereza se a disipado dejando paso a un renacido interés por saber más sobre esta enigmática fotógrafa. Y por supuesto la llamo fotógrafa con todas sus consecuencias, pues a pesar de que se ganase la vida como niñera, cuidadora o mujer del servicio, sus trabajos fotográficos no dejan lugar a dudas. Que nunca se dedicó a ello profesionalmente? pues bueno, sólo tenemos que pensar en cuantos cuadros vendió Vincent Van Gogh a lo largo de su vida.
    Gracias Carlos, una magnífico y ameno relato.

  5. En esta mujer contrasta su vida solitaria, la dificultad para establecer relaciones con otras personas, y la fascinación por mirarles a través de un visor. Yo diría que los cristales y espejos de la camara son objetos intermediarios que le permiten un acercamiento y comprensión emocional a los otros que no puede realizar por razones que desconocemos en la vida real.
    He visto muchas imágenes realmente buenas, me gustan los retratos espontaneos en la calle. Por cierto el video que comenta el hallazgo de sus fotos y aspectos de su vida pueden verse aqui: http://lalulula.tv/de-autor/alan-yentob/vivian-maier-quien-tomo-las-fotos-de-la-ninera-1-de-3

  6. Gracias Carlos.
    Estuve un rato mirando sus fotos…Realmente me gustaron. Tengo entretenimiento y espero aprender algo, para varios dias. Hay miles de informaciones, videos, galerias …etc.
    Me encontó. Es de una «simple realidad». Algo que siempre persigo y nunca encuentro.
    Cómo puede ser tan dificil de captar eso tan simple y cotidiano…???
    Muchas gracias nuevamente.
    Saludos edupiola

  7. Author

    Francisco: Aunque no seas profesional, tienes ojos como todos y tu opinión merece la misma consideración, ¡faltaría más! Pero una cosa sí quería comentar: creo que tú te refieres a «maestro» como profesor, pero el término tiene otras acepciones igual de válidas que se refieren a dominar algo o destacar sobre otros (sin ser docente). Viendo la producción de esta señora, yo creo que sí que tenía dominio al menos técnico. Aun así, comprendo que lo de maestro pueda sonar a veces «pomposo», yo mismo ya he dicho que me carga que me quieran meter maestros con calzador, así que te entiendo.
    ¡Gracias por comentar!

    Esteban: Gracias por verlo y comentar.

    Myriam: ¡Ooooh un querubín comentando! Sí, efectivamente te lo mostré hace tiempo… Gracias por tu atención 🙂

    Jaime Ramos: Gracias Jaime. Yo vi todo esto hace un tiempo ya, pero también mi interés ha renacido recientemente de forma un tanto casual. Un saludo.

    Pedro Ruiz: Solo podemos elucubrar, pero me parecen muy acertadas tus observaciones. Confieso que desconocía el documental que enlazas, ahora lo he visto… muchas gracias. He editado la entrada para incluir el enlace, después del enlace del otro documental en DVD (es decir, son 2 documentales distintos y yo solo conocía 1 de ellos). Gracias.

    EduPiola: Sí… yo creo, como ya he dicho, que en esta clase de fotografía siempre hay algo de seducción de la época, de algo distante en el tiempo. Y también antes el mundo era algo más regular y homogéneo, las modas no cambiaban tan rápido, había menos vehículos, menos turistas, menos fugacidad… en fin una serie de cosas que en mi opinión hacían más fotografiables épocas del pasado que la actual. Pero es bien posible que en 50 años alguien mire nuestras fotos de hoy, y piense lo mismo o algo parecido… Gracias por comentar y saludos.

    Luisa: Gracias por dejar tu comentario! Saludos barceloneses.

  8. descubrí a esta artísta hace no mucho, en una de las muchas webs de fotografía que hay en la web. me interesé por su historia y me compré un libro. No se si maestra, pero para mi, personalmente, tiene fotos que me parecen del nivel de Doisneau si no más.

    gracias por tu artículo, pues me has hecho volver a coger el libro y disfrutarlo de nuevo. Además, habían datos que desconocía, has hecho un buen curro de investigación!

    un saludo!

  9. Pingback: Adobe publica las versiones finales de Lightroom CC 2015.2 (LR 6.2) y de Camera Raw 9.2 | Photoshopeando

  10. Gracias Carlos por tan magnífico artículo sobre esta persona. Ha sido una gran satisfacción a través de tu enlace el poder ver los buenos trabajos de fotografía en blanco y negro. He disfrutado un buen rato y espero que cuando encuentres algo así, lo expongas. Lo más fascinante es el poder ver un mundo que se ha ido y que gracias a estas personas «raras» y muy «curiosas» podemos captar en toda su realidad. Un abrazo

  11. Author

    Sergio B. – Sí, ya que me acabé tragando el documental y leyendo algunas webs, lo aprovecho. Esta entrada también está confirmando que efectivamente y pese a que aún hoy en día se venda como una desconocida, es mucha la gente que ya la conoce.

    Fernando – Celebro que haya sido de tu agrado pues desde luego también lo ha sido del mío. Te recomiendo que si no lo has hecho, veas el otro documental que he enlazado (el que está en 3 partes) porque tiene intercaladas muchas fotos que proceden de otros compradores de negativos, y que no están en la web de Maloof.

    Gracias a ambos por vuestros comentarios.

  12. Me gusta el artículo. Creo que es un poco extraño que una persona con ese nivel compositivo en su obra, no se haya formado en ningun lado. A lo mejor estamos ante un personaje semiinventado por Maloof, usrpando su personalidad y colocandole obras del mismo formato y perfil. Es historiador y tendria acceso a ese tipo de material. Pero, de momento, esta bien deslumbrarse con la obra, de una niñera mentalmente no muy estable y totalmente anonima.

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