Imagino que la mayoría de quienes sigan este blog/canal ya saben lo que es el raw y conocen las ventajas que ofrece frente a otros formatos como el jpg, pero no deja de ser un tema importante conocer sus diferencias, así que no estará de más repasarlo con cierto detalle.
Es por ello que, aunque en el vídeo ya explico más o menos de qué va el tema, quiero ampliar un poco la información en esta entrada, en especial en lo relativo a las ventajas, puesto que la descripción técnica del asunto ya ha sido tratada hasta la saciedad en todas partes, aunque quien la necesite puede visitar, por ejemplo, la entrada correspondiente en Wikipedia.
Por tanto, vamos a enumerar algunas de esas ventajas (en comparación con el formato jpg, que es la alternativa más habitual), comenzando por la que ya está descrita en el vídeo:
Mayor capacidad de recuperación de detalle en sombras y en luces
El archivo jpg tiene como una de sus prioridades reducir el espacio que ocupa la información, y es por eso que uno de los primeros sitios donde mete la «tijera» son las luces y las sombras extremas, ya que por lo general, no es ahí donde se encuentra lo más importante de la foto. Aunque realmente este recorte no se produce por los algoritmos de compresión de los que luego hablaremos (o al menos no solo por ellos), sino porque el revelado interno de la cámara aplica una curva que aumenta el contraste de los tonos medios a costa de aplanar (y a veces reventar) sombras y luces, cuyo contraste queda más reducido, con lo que el detalle de las zonas más extremas resulta poco perceptible o directamente nulo. Si la cámara revelase de forma más plana, el jpg también conservaría mejor la información pero la foto original sería más bien fea. Pero bueno, en fin, al vídeo me remito.

Uno de los ejemplos que hemos podido ver en el vídeo.
Mayor capacidad de recuperación en tonos saturados
Cuando un color es muy intenso (muy puro y lo bastante luminoso), es posible que la cámara tenga dificultad para preservar las variaciones en ese detalle de color – en el fondo, es casi el mismo caso del punto anterior, solo que en este caso solo afecta a 1 o 2 canales. Vale la pena recordar que, en todo caso, la tecnología de la mayoría de cámaras actuales no capta el color directamente sino que lo interpolan a partir de la matriz de Bayer, que no tiene nada que con las aspirinas (es realmente durante dicha interpolación, y no al hacer la foto, cuando se generan los canales RGB). Pero sea en un canal, en dos o en los tres, sigue siendo una cuestión de captar luz y tener margen para registrar diferencias allí donde las haya. El procesado interno de la cámara a menudo aplica algo más de saturación a la escena, y si bien esto proporciona jpgs más «vistosos», se corre el riesgo de reventar tonos o complicar la recuperación del detalle de color (matices o textura en pétalos, por ejemplo).

Los colores muy vivos pueden causar recortes de información.
Posibilidad de elegir el balance de blancos a posteriori
El balance de blancos se aplica como una especie de «corrección» (más concretamente, como un multiplicador) sobre los canales RGB durante el proceso de interpolación (demosaicing) al que ya hice referencia antes. Por tanto, mientras no haya demosaicing, no hay canales y mientras no haya canales, no hay multiplicador, y esto significa que si disponemos del raw y sus datos de mosaico, podemos ajustar el balance o «equilibrio» de blancos en el ordenador, y experimentar con distintas opciones. Es cierto que esto también podemos hacerlo con un jpg, pero no es realmente lo mismo: el margen de maniobra es mucho menor en este segundo caso y comportará necesariamente un deterioro de la imagen, mayor o menor en función de la magnitud de la corrección a aplicar. Dicho esto, no está de más matizar que normalmente el balance de blancos elegido en la cámara (o calculado automáticamente) tiene cierto impacto en la medición de la luz que hace la cámara, y modificar el balance de blancos en el ordenador no recalculará la exposición, aunque en general hablamos de diferencias muy pequeñas así que no sé ni para qué lo menciono.

En el raw, el balance de blancos emplea valores de temperatura aplicados sobre los datos de la escena original – en el jpg, son valores cuya única referencia es la fotografía ya interpretada y que como vemos a la derecha, parten de cero.
12/14 bits versus 8 bits
El jpg nos ofrece 8 bits de color por canal (es decir, un máximo de 256 niveles), pero esta limitación viene impuesta por el propio formato de archivo jpg «estándar», no por nuestra cámara. ¿Habéis oído hablar alguna vez del conversor (o convertidor) analógico-digital? Se trata de uno de los componentes que intervienen en el circuito que comienza con la captación de la luz y termina con su almacenamiento como un valor concreto. En esta página podéis leer más sobre este proceso. Pues bien, los conversores A/D de las cámaras actuales suelen ser capaces de trabajar con una profundidad de 14 bits (¡16.384 niveles de información!), o 12 bits (4096 niveles) en cámaras algo más antiguas. El hecho de tener más información no hace que la imagen instantáneamente luzca mejor – de hecho, al final casi siempre terminaremos con un archivo de 8 bits. Pero si pensamos procesar la imagen, el raw nos permitirá sacar a la luz matices o detalles que en el jpg de 8 bits ya no están presentes, o al menos no con tanto detalle, siempre con el permiso del nivel de ruido presente, que también determina la utilidad de esos bits extra.

Símbolo de un conversor analógico digital que convierte una señal como el voltaje en un valor numérico. La precisión o sensibilidad con que se ejecuta esta conversión dependerá de los bits del susodicho conversor a/d.
(Fuente: Wikipedia.org)
Si tras el revelado queremos ir a Photoshop, tendremos que elegir si queremos trabajar en 8 o 16 bits (esta elección se realiza en Camera Raw, o en las preferencias de edición externa de Lightroom). Yo soy partidario de elegir 16 bits, muy especialmente si pensamos seguirle «metiendo mano» al archivo en Photoshop, pero contrariamente a lo que pueda parecer, elegir 8 bits no es un contrasentido, dado que las grandes manipulaciones tonales que hayamos practicado durante el revelado se habrán beneficiado igualmente de esos 12 o 14 bits de información. Además, en función de la clase de archivos con los que trabajemos, y la potencia de nuestro equipo, quizá no nos quede otra opción (trabajar en 8 bits agiliza las operaciones de cálculo y reduce el tamaño de archivo así como los tiempos de carga, guardado y transmisión electrónica).
Ausencia de compresión JPG
El raw suele ser un archivo con compresión, pero por supuesto, es una compresión sin pérdida. Esto significa que se emplean algunos «trucos» para que la información ocupe menos espacio (simplificadamente, si hay 10 ceros seguidos, se almacenan como «10_0» en vez de como «0000000000»). Pero nunca se pierde ningún dato: siempre es posible volver a desempaquetar la información para dejarla tal como estaba al principio. Sin embargo, el jpg, fiel a su vocación de reducir tanto como sea posible el tamaño del archivo, emplea un tipo de compresión con pérdida. Esto significa que si en vez de 10 ceros hay 9 ceros y un 7, el «7» se lo pule o lo aproxima al valor más cercano que le facilite la tarea de codificar la información en menos espacio del que ocupaba originalmente. En general, la compresión jpg es muy eficaz, y permite elegir el nivel de «agresividad» a la hora de machacar la información a cambio de tamaños de archivo menores. En los niveles de calidad jpg más bajos, la imagen parece formada por «bloques» que delatan el trabajo «sucio» de este algoritmo de compresión con pérdida. Con la calidad más alta, la imagen puede ser casi indistinguible de la original en el monitor, pero realmente ha sufrido un daño irreversible aunque solo sea por ese recorte a 8 bits del que hablamos antes – aunque, de nuevo, este «daño» solo se pondrá de manifiesto si pensamos retocar la foto.

En niveles de calidad jpg baja (alta compresión), la imagen empieza a mostrar bloques o «artefactos» (clic para ampliar). Con niveles de calidad altos, los artefactos no son visibles, pero la compresión sigue destruyendo información.
Reducción de ruido y enfoque
Otra modificación muy destructiva que sufre el jpg (en cuanto al carácter irreversible de la modificación) es la reducción de ruido y la máscara de enfoque. Lo cierto es que esta modificación suele mejorar sensiblemente el aspecto de la imagen, haciéndola más nítida y limpia, y si concebimos el jpg de la cámara como imagen terminada, no hay ningún problema. Pero si planeamos pasar la imagen por Lightroom o Photoshop, disponer solo del jpg nos priva de la posibilidad (que sí tenemos con el raw) de elegir el equilibrio deseado entre reducción de ruido y detalle de la imagen original, o de aplicar esta reducción de forma más agresiva en unas zonas que en otras. Del mismo modo, el enfoque generalizado que tiene el jpg puede resultar catastrófico en retratos donde solo queremos enfocar ciertos rasgos faciales, pero no queremos resaltar el detalle de la piel o del fondo. Lo grave, como decía al principio, es que esta es una de las modificaciones que peor arreglo tienen.

El ajuste de nitidez en la cámara aplica al jpg una máscara de enfoque que mejora la imagen, pero que también puede acentuar el ruido o características no deseadas.
Corrección de aberraciones ópticas
Normalmente el jpg incorpora la preceptiva corrección de viñeteado, distorsión geométrica y aberraciones cromáticas. En mi experiencia, la corrección del viñeteado y la distorsión aplicadas por la cámara suelen ser correctas y el resultado no es muy distinto al obtenido en Camera Raw o Lightroom, sea mediante un perfil específico (lo ideal) o aproximando el resultado correcto de forma manual. Sin embargo, la corrección de las aberraciones cromáticas no es tan trivial ya que en algunos casos es posible quedarse corto y que sigan existiendo aberraciones visibles, o pasarse y desaturar contornos en exceso. Camera Raw y Lightroom nos permiten actuar más selectivamente en este tipo de corrección. Igual que en otros casos como el del balance de blancos, es posible corregir las aberraciones cromáticas restantes sobre el jpg, pero esta corrección es más precisa si podemos actuar sobre los datos originales en raw.
Volviendo al tema de la distorsión geométrica, en algún caso disponer del raw permite ver una imagen distorsionada, pero con un angulo de visión ligeramente mayor. Normalmente esto es poco más que anecdótico, pues al eliminar esa distorsión, tendremos que recortar y el asunto es que terminaremos con el mismo ángulo del jpg. No obstante, en cámaras cuyo sensor simule relaciones de aspecto no nativas (por ejemplo, que el sensor sea 4:3 pero nos dé opción de ver y guardar la imagen en 3:2), si guardamos el raw dispondremos de esos píxeles adicionales que ya se han perdido en el jpg, por si cambiamos de idea sobre la proporción o queremos tener algo más de margen para reencuadrar. Esto no tiene nada que ver con la distorsión geométrica pero es que no quería crear otro apartado solo para esto 🙂
Beneficiarse de la tecnología del futuro
Todos recordaréis aquel anuncio donde una mujer con el pelo azul brotaba súbitamente en la cocina de una pobre ama de casa para traerle la lejía del futuro. Ya podría haberle traído la cura para alguna enfermedad, la temporada final de su serie favorita o por lo menos la combinación ganadora de la primitiva de la semana siguiente, pero en fin, se ve que en el futuro son así. Bien, pues algunos expertos (en imagen digital, no en lejías del futuro) sostienen que algún día llegaremos a vivir en esa época en la cual, además de hacernos un desastre en el pelo, el proceso de interpretación de los raw habrá evolucionado todavía más. Ciertamente, cada año o año y pico nuestros editores raw favoritos se actualizan y mejoran sus algoritmos para optimizar la recuperación de sombras y luces, así como la reducción de ruido, por lo que parece lógico pensar que si conservamos los raw de nuestras fotos favoritas, quizá en un futuro podamos revelarlas todavía mejor.

Viene del futuro y no se le ocurre otra cosa que traernos una botella de lejía.
Yo no digo que el argumento no tenga cierta base, pero personalmente y al ritmo que hacemos fotos, no sé yo si en el futuro voy a estar por la labor de volver a revelar las fotos antiguas, cuando apenas doy abasto para ajustar las de la semana pasada. Por otro lado, los raw tienen un límite como todo, y creo que las fotos que hoy en día dé por perdidas, van a estar igual de perdidas de aquí a una década. Quizá sea por eso que la gente del futuro tiene el pelo tan raro, del disgusto que se llevaron al comprobar que sus fotos malas no tenían remedio. Pero en fin, es innegable que con el raw siempre tiene uno más opciones abiertas y te ahorras discusiones en las que podrías acabar quedando (a ojos del pedante de turno) como el cateto que tira en jpg. Y es que en estos temas, hay que ser como la mujer del César: no solo hay que ser un afotador de raws, sino que también hay que parecerlo.
Análisis forense y procedimientos legales
Posiblemente ninguno de nosotros vaya a verse en esta situación, pero en un juicio es posible que las partes necesiten demostrar o rebatir la veracidad de una imagen. Normalmente, la palabra de un agente de la autoridad tiene presunción de veracidad (salvo prueba en sentido contrario), pero los técnicos u operarios que realizan tareas como por ejemplo hacer fotos no siempre tienen esta consideración (a menos que su desempeño de estas tareas sea supervisado permanentemente por un agente). No penséis solo en crímenes violentos: el tema de las cámaras de tráfico, sin ir más lejos, es motivo de polémica con frecuencia dado que se otorga esta presunción de veracidad a sistemas automáticos sin supervisión directa, como las cámaras de los semáforos, lo cual ha dado lugar a la anulación de la sanción en numerosos casos.

Semáforo. Una cámara podría andar cerca, al acecho. Y algún desaprensivo con Photoshop, también.
Lo que quiero decir con todo esto es que en este contexto, un raw no significa gran cosa por sí mismo (la validez de cualquier prueba depende en primer lugar de cómo se haya obtenido y custodiado), pero siempre será preferible a un jpg por varios motivos. Por un lado, es más difícil de manipular, aunque no imposible: contrariamente a lo que se suele creer, un raw, igual que cualquier archivo digital no encriptado, podría ser manipulado posteriormente con el fin de alterar su información (tanto los datos de imagen en sí como la hora, posición gps o cualquier otro metadato). Es por este motivo que algunos raw poseen un mecanismo de seguridad para comprobar que no han sido alterados, como el «Original Data Decision» de Canon, que añade al raw una información extra que, en teoría, sirve para comprobar que el archivo no ha sido manipulado. Digo «en teoría» porque para hacer efectiva la comprobación hace falta un programa (Original Data Decision Security Kit OSK-E3) bastante caro que yo nunca he tenido la necesidad de emplear (ni el dinero para ello). E incluso así, una compañía de investigación forense descubrió un fallo en este sistema que permitía falsear esta comprobación.
Por otro lado, un raw posee un valor superior al de un jpg en todo análisis o investigación dada la mayor capacidad del primero para revelar detalles de la escena original, pues evidentemente, en este ámbito la estética de la imagen tiene una prioridad casi nula y es su rigor a la hora de captar detalles y conservar información lo único que realmente nos importa del formato empleado.

Dexter captando fotos en la escena del crimen bajo la «atenta» supervisión del teniente Batista. Dexter manipulaba lo que quería y nadie se enteraba.
Por último, si hablamos de fotoperiodismo, conservar el raw puede ayudarnos a demostrar que no hemos vulnerado ningún aspecto del código deontológico de la profesión. Recordemos por ejemplo el caso de Paul Hansen, galardonado con el premio World Press Photo por una fotografía que parecía un montaje. Gracias al raw, se demostró que correspondía con una imagen real, pero que se le había ido un poco la mano con la «dramatización» (algo que queda al mejor criterio de cada cual en la fotografía en general, pero que debe administrarse con extrema cautela en la fotografía documental, periodística o que, en general, pretenda representar una realidad de la forma más fidedigna posible). Igualmente, si la parienta o sus aledaños genealógicos (suegras y similares) ponen en duda nuestra pericia como retocadores, o incluso insinúan que no poseen esas lorzas ni ese cutis de cocodrilo, disponer del raw siempre nos permitirá enfrentarlas a la cruel realidad, sin ni siquiera el piadoso suavizado de piel automático del modo «portrait» del jpg. Ellas lo han querido.
Conclusiones
Quiero terminar esta entrada mencionando en primer lugar que disparar en raw también tiene inconvenientes, principalmente los ya mencionados en el vídeo: archivos de mayor tamaño que, además, requieren de alguna intervención por nuestra parte (por tanto, con un coste de tiempo). En ciertos casos donde el volumen de fotos sea muy alto (un evento o acto social), o cuando sea necesario enviarlas a una redacción casi inmediatamente (un encuentro deportivo), puede que nos convenga más tirar en jpg. Además, hablando de fotografía deportiva, tirar solo en jpg suele permitirnos alcanzar la máxima velocidad de ráfaga de nuestra cámara. En estos casos, será conveniente ajustar lo mejor posible los parámetros que determinan el aspecto del jpeg (contraste, saturación, enfoque, etc.), y ser capaz de modificarlos ágilmente cuando sea necesario alternar entre varios tipos de ajustes predeterminados. Las cámaras de alta gama más modernas son capaces de realizar versiones en jpg increíblemente buenas, aplicando estos ajustes de forma inteligente (selectivamente) con muy buen criterio y resultado, así que no penséis que disparar en jpg significa necesariamente salir perdiendo.

Los distintos estilos de imagen de la cámara, como los picture style de Canon, incluyen ajustes predefinidos para distintos tipos de foto, por ejemplo para retratos.
Pero como ya hemos visto, en general disparar en raw proporciona una ventaja más que significativa sobre hacerlo en jpg, si bien alguna vez he tenido la impresión de que se sobrevaloran las capacidades del formato raw, atribuyéndole propiedades casi mágicas y cayendo en un dogmatismo del que personalmente trato de huir. Yo siempre he considerado, y aprovecho esta ocasión para reafirmarme, que la mayor cualidad del formato raw, el punto sobre el cual descansa su auténtico valor, no es tanto todo lo anterior, sino el hecho de que el coste que supone disponer de estas ventajas es nimio: básicamente, más espacio en la tarjeta de memoria, que tal como está el precio del almacenamiento por gigabyte hoy en día, no me parece demasiado problemático. Visto de otro modo: para tener más luz o mayor desenfoque, hay que comprarse una óptica más luminosa. Para tener menos ruido, necesitaremos una cámara de sensor grande con la última tecnología. Para grabar vídeo con el mejor audio, no hay sustituto para un buen micrófono externo. Etc., etc. Todo eso cuesta dinero y a menudo comporta cargar con más peso o aparatos. Sin embargo, el formato raw pone muchas ventajas a nuestro alcance con solo activar una opción en el menú de la cámara. Es la relación coste/resultado lo que para mí convierte la elección entre formato raw o jpg en un «no brainer«, como dicen en inglés. Es decir, algo que prácticamente no tienes ni que pensártelo, salvo en casos como los ya mencionados en el párrafo anterior. Y si te lo piensas y dudas, siempre puedes tirar en raw+jpg y no «casarte» con nadie (a costa de consumir todavía más espacio, claro). Otro motivo para disparar en raw + jpg, por cierto, es tener a mano una versión de la imagen que nos permita su visualización inmediata, pues otra pega del formato raw es que no es tan universalmente reconocido por cualquier programa como un jpg, y si «aterrizamos» en un ordenador ajeno sin Camera Raw, Lightroom ni nada que se le parezca, o si tenemos que pasarle las fotos a alguien casi de inmediato (típico amigo/a ansioso/a por ver lo guapo/a que ha quedado y ponerlo en su facebook), puede ser una bendición disponer ya en la tarjeta de una versión jpg.
Dicho esto, yo he conocido a algún que otro fotógrafo profesional que tiraba en jpg y hacía magníficas fotos (además de vivir la mar de feliz), cosa que por un lado desbarata todos mis anteriores argumentos, pero que en el fondo ya nos viene bien porque, tras tanto tecnicismo y tanto rollo, me gustaría terminar recordando algo tan esencial como que fotografiar es mucho más que perderse en paranoias colorimétricas o contar bits hasta perder el sentido. Fotografiar es una manera de mirar. Es alinear el ojo, la cabeza y el corazón. Y eso no entiende de raws ni de jpgs.
Comments
Muchas gracias, a ver si todo el mundo lo entiende de una vez.
Saludos
Muy buen artículo
Creo que es el artículo más extenso,pero también mejor explicado, que he encontrado sobre el tema. Lo normal es marearte con tecnicismo y diagramas y perderse en medio de un bosque de información que no te aclara nada.
Muchas gracias.
Muy buena explicación. Llevo años haciendo fotos en raw y con este artículo me enterado de cosas que no sabía y además de forma sencilla.
Gracias
Muy buen artículo,como siempre, pero al final te has puesto muy ñoño, no?
Luisjimfer61: Gracias por pasar y comentar!!
Ernesto: Gracias, un saludo.
Jose Antonio Sánchez: Me alegro de que haya resultado razonablemente claro! Gracias por el comentario.
Paz Silla: Me tranquiliza que no haya sonado demasiado rara ninguna parte, gracias por pasar y comentar!
JaviTocoLaTrompeta: ¡Gracias! Sobre el final, las frasecitas esas no son mías, son de Susan Sontag y Henry Cartier Bresson (igual ya lo sabes y te refieres al hecho de usarlas, pero lo comento por si acaso). Ahora bien, sí que es un final donde, de golpe y porroides, la cosa pega un giro un poco inesperado y termina abruptamente, pero es que no me gusta nada cuando los debates fotográficos acaban perdidos en disquisiciones técnicas y los árboles no dejan ver el bosque. Solo quería incluir un contrapunto final para no dejar a la gente con la nariz sumergida en fotocaptores, bits e interpolaciones, sino con el ojo mirando por el visor, pues al final es siempre la fotografía lo que me interesa más que la «ciencia». No obstante, sí que ha quedado un poco raro, traté de cambiarlo varias veces pero al final lo dejé así para no entretenerme más. Si me inspiro y encuentro forma de expresarlo mejor igual lo re-edito, aunque con mi habitual vagancia no sé yo…
¡En todo caso gracias por el comentario y la crítica constructiva!
Hola Carlos, ¿qué tal?, como siempre, tu explicación ha sido del «14», aparte de saludarte también quiero decirte que los RAW´s de Olympus son ORF.
P.D. El final no ha sido tan «raro», jejejeje.
Hola Corros, gracias por pasar y comentar. Tengo tan mala memoria que ya ni me acuerdo de lo que dije de Olympus (algún disparate seguramente, de hecho son ya muchos los «olimpistas» que me odian por mis fallos cada vez que hablo de Olympus), pero se agradece el apoyo sobre el tema del criticado final xDD Saludos 🙂
Hola don Carlos. Un resumen muy acertado de las diferencias entre uno y otro formato. Sin duda lo apreciarán los más nóveles.
Un abrazo.
Gracias Alejandro!! 🙂